Porque llega el momento de todo pato, en el que le toca ser ñato.
Superando las connotaciones y limitaciones sociales,
rompiendo las cáscaras de los huevos sin clara ni yema,
liberando la culpa y las penas.
El abismo del infinito nos invita a aferrarnos a la realidad,
unos cuantos mandalas y ya está.
Cambiar para no cambiar.
Una responsabilidad que controle tu inmensidad,
una rutina que te aglutina y una nueva marquesina
en la puerta de tu oficina.
Dame tu mano.
Es de noche y puedo ver.
Desatornillemos juntos la sobredeterminación.
La luz de la luna y el sol,
un cable al aire a la relación.
un cable al aire a la relación.
Ni en el primer, ni en el tercer mundo.
En el segundo.
En el segundo.
Si te doy el trigo y vos me vendes el pan,
no hay Pangea social.
Amanece, amanezco:
Unos cuantos viajantes se me hacen semejantes,
tal vez por parecerse a mis semblantes.
Pues no lo sé, lo averiguaré.
Pues no lo sé, lo averiguaré.